…e insistes en saber qué está detrás de todo (como si detrás de todo hubiera algo); qué manos empujan esta voz; qué propósitos la mueven. Pues no deberías descartar ninguna hipótesis. Quizás soy sólo
Él, el que todos pensaron desde un inicio. ¿No dicen que en cualquier
conflicto bien armado la respuesta es siempre la más obvia, la que todos teníamos delante y, de tanto verla, llegó el momento en que ya no la vimos? ¿No es a
Él a quién deleitan tales juegos y cávalas: imaginarse Él mismo y muchos otros, y aún otros que se vuelven sobre sí mismo y lo destruyen; dándole la oportunidad de emerger, como un fénix, del fondo de sus propios destrozos? ¿No podría también tratarse de
tu Amigo, el más sensible, el más serio, el que finge no estar interesado, mantenerse al margen y poner así a salvo su cordura? ¿No es ese el proceder habitual de quien es culpable? ¿Y no es en tal actitud que se cimentan los desenlaces más inesperados y jugosos? ¿No lo juzgas suficientemente inteligente para sorprenderte de esa forma? ¿Y qué hay de la otra? ¿La mosquita muerta? ¿La que parece que a nadie ha mirado cuando ya se lleva bajo el brazo una radiografía de la escena? También ella podría ser. O todos quizás. Concertados o no. ¿No has advertido las incongruencias? ¿Las fallas en el estilo aquí y allá, como si varias manos se turnaran para escupir sus palabras sobre el texto? Quizás has notado también incongruencias que te hacen pensar en un total extraño: alguien que no esté familiarizado con las voces, los rincones de la ciudad. Y tu observación sería certera… a menos que las fallas hayan sido también planeadas. Partes de un croquis meticulosamente diseñado y fatalmente monstruoso… O quizás donde imaginas Uno son varios. O es sólo el Lenguaje imponiéndonos sus rigores laberínticos a todos. QUIZÁS ERES TÚ MISMA. Que te envías mensajes para leerlos luego, cuando ya hayas olvidado que fuiste tú quien los escribió. ¿No dicen que en el sueño nuestro cuerpo viaja a regiones que no recuerda una vez que ha despertado? Quizás fuiste tú quien estuvo aquí: tras este escritorio. Y fueron tus manos las que acariciaron los libros, la madera, este teclado que gangrena las uñas de quien lo toca. Quizás te engañas… y te multiplicas, una vez más, en Él, tu amigo, ella, Ella, tú misma, yo, un laberinto de voces por el que avanzas... perdida... sin pólvora, sin brújula...
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N.T.